sábado, 18 de junio de 2011

Estoy tratando de tocar el cielo con la punta de mis dedos mientras el piensa que esta situación sería mas interesante si se pusiera a llorar.
Mientras siento sus saladas lágrimas correr por mi cara, me pongo a pensar en lo que realmente puede llegar a ser un regalo del destino.
Y este regalo del destino no es más que un mero reconocimiento. Un 'presente' enviado para no sentirse tan culpable.
Suena el derrape de un auto en la carretera, la luz refleja tu miedo y una sensación extraña recorre nuestras nucas.
Te amaré por siempre, aunque tu no lo hagas más.

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